¿Cómo eran las invitaciones de boda en el pasado?
¿Has encontrado rebuscando en algún cajón las invitaciones de bodas de tus padres? ¿Y las de tus abuelos? Alguna vez al hojear un libro viejo me he encontrado entre sus páginas el tesoro de una antigua invitación de boda. Una cápsula del tiempo que invita a imaginar.
Una mirada moderna que se inspira en el pasado.
La moda vintage ha recuperado la añoranza por la estética de aquellas antiguas tarjetas de invitación. Hay que tener en cuenta que, antiguamente, solo la gente con mucho dinero podía permitirte el lujo de encargar unas primorosos tarjetas troqueladas que debían ser costosísimas para la época y suponían un verdadero trabajo de artesanía, ya que no se disponía de máquinas troqueladoras ni de corte laser como tenemos, felizmente, ahora. Como muestra de ello, las aristocráticas invitaciones al enlace de la emperatriz Sissi y el emperador Francisco José en 1854. Pura filigrana romántica en papel.
Una breve historia de las invitaciones de boda.
Antes de la invención de la imprenta de tipo móvil en 1447, era el pregonero quien anunciaba las bodas a voz en grito por las calles del pueblo o localidad. La gente en la década de 1400 era mayoritariamente analfabeta, por lo que esta era la forma más eficiente de anunciar un enlace o cualquier acontecimiento o evento. Cualquier persona que escuchara el anuncio era bienvenida a asistir a la ceremonia
Solo la nobleza se podía permitir invitaciones de boda escritas a mano. Para ello contrataban los servicios de monjes escribas y copistas amanuenses (a mano), expertos en el arte de la caligrafía. Las invitaciones se cerraban con un sello de cera y así se entregaban a los invitados.
Tuvo que pasar bastante tiempo hasta que la imprenta pudo evolucionar e imprimir documentos de calidad, aunque los periódicos se imprimían regularmente en el siglo XVII. Fue por esa época cuando la gente comenzó a anunciar su boda en los periódicos.
La impresión tipográfica
Con la impresión tipográfica el diseño estaba supeditado a las posibilidades técnicas de la imprenta. Por lo que todavía no había mucho espacio para la originalidad y la personalización.
Como mucho podías escoger entre las tipografías móviles de las que disponía el impresor. Solían ser tarjetas sobrias y funcionales, con la información básica: fecha, nombre de los contrayentes y la dirección del lugar de celebración, normalmente la iglesia.
Eran muy simples, sí, pero no por ello dejaban de ser elegantes en su sencillez. Hoy en día, la impresión tipográfica todavía se usa a menudo en la papelería de bodas.
El grabado en placa de metal se inventó en 1642, lo que abrió el mundo de las invitaciones de boda específicas. El texto se grababa al revés en una placa de metal que se estampaba en papel. Para evitar que las invitaciones se manchen, se colocaría un papel de seda encima de la invitación, una práctica que se sigue usando en la actualidad. Pero ya por motivos estéticos, queda muy bonito.
A principios de 1800, las invitaciones de boda dieron otro salto adelante con la invención de la litografía. Ya no era necesario grabar nada para imprimir, era un método más simple y rápido. Y un poco más económico. Por eso fue ampliamente adoptado por la clase media.
Pero las invitaciones de boda impresas empezaron a ser accesibles para todo el mundo hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Y casi todas las parejas comprometidas comenzaron a enviar invitaciones de boda formales. Las invitaciones de boda ya no estaban reservadas solo para la élite de la sociedad.
Nuestros trabajos artesanos.
Por último os dejamos una pequeña muestra de nuestros trabajos más artesanales. Nos encantaría diseñar unas invitaciones estilo Sissi Emperatriz para ti. ¿Te animas a retarnos?